18 noviembre 2011

Gian Carlitos

Sí. Es posible que alguien viva en Lima y no conozca la avenida Arequipa, Aviación, Tacna, y menos los conos, tampoco un mercado mayorista, y que tampoco haya visto en su vida un perro callejero…
No me lo imagino en el Callao, en la zona brava o en San Juan de Lurigancho por donde viví durante años, cerca del penal San Jorge. ¡Nada que ver! Esos lugares no están predeterminados en el código de su burbuja.

Ese alguien que está en 3° año de comunicaciones en la de Lima, tiene 23 años y buscaba prácticas (porque la univ. te obliga a cumplir tus horas, cierto)… y bueno decir que “buscaba prácticas” es un decir. Véanlo: Él cruzando desde su cuarto hacia su enorme sala en su casa de San Borja, se cruza con su viejo (un actual congresista) y este al ver su rostro de preocupado =X  le pregunta si tiene algún problema, puesto que debe estar acostumbrado a resolvérselos… - si viejo, tengo q hacer prácticas pre profesionales en una agencia decente… ¿conoces a alguien?

-          Uhm sí, tengo un amigo de la infancia que es gerente de una agencia… ahora lo llamo.
-          ¡Chevre viejo!

Y así un día llego a la agencia el estudiante, futuro comunicador, especialidad de audiovisuales… - Él será su apoyo para todo lo que necesiten en producción. Ok? – dijo la jefe inmediata.

No es justo ¿no?  Sobre todo cuando le hace falta mucho interés y sangre de trabajador, virtudes que tienen de sobra aquellos que buscan trabajo cada día, comprando el comercio de los domingos,  inscribiéndose en páginas gratuitas para mandar su cv., y algunas veces caminaron cuadras de cuadras de una empresa a  otra para ahorrar el pasaje y poder sacarle unas copias más a su hoja de vida.

Bueno, “el practicante” ya no está, renunció antes de cumplir sus horas, debió estar cansado de que algún productor haya hecho que Gian Carlitos trabaje. Un día un compañero le dijo que la fotocopiadora de la oficina sólo sacaba copias a hojas, y no a sobres (clásico palomilla)  Gian Carlitos le creyó, pero nunca tuvo las ganas de cerrarle la boca y presionar el botón verde para copiar. Y fue hasta otra oficina para fotocopiar el sobre. Qué más da, eso no importa, igual tendrá su Constancia.

Se fue sin despedirse. Algunos se alegraron, a otros les dio lo mismo, objetivamente su sitio estuvo igual con él o sin él. No se puede sentir cólera, más bien, compasión; a pesar de que económicamente tal vez no necesite trabajar por el resto de sus días… se siente compasión.

Suerte, Gian Carlitos. Y a los que tienen otro tipo de sangre, éxitos. Ellos no necesitan suerte…

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