13 diciembre 2010

Veneno en el aire (parte III)


*(LAS NIÑAS DEL SOL, 2 PARTE III)

Pasaban los días y el tipo ya no volvía, parece que su miedo lo atrapó. La sonrisa de la niña ya no aparecía más en su rostro. Como extrañaba a su amiga con la que cantaba, bailaba y  pasaba las tardes sin odiar al sol. Nunca encontró respuesta del por qué pasó esto.

Una de esas noches cenando y viendo la tele con su familia-todos sin hablar- no pudo fingir la inmovilidad que le causaban las noticias sobre abuso de menores. Una de ellas le causó un temblor llamativo en medio de su inmovilidad e intentó disimular, pero la verdad le ganó. Le ganó por fin.

Le dijo a su madre todo en privado y casi sin poder hablar por las lágrimas que le llenaban la boca. La niña sentía miedo de lo que podía pensar papá. Así que era mejor si su madre se lo contaba y ella no cruzaba palabra con él. Mientras esperaba en su habitación pensó que aunque sentía mucho dolor ahora su madre podría cuidarla de verdad. Que sabiendo esto ya no la dejaría sola.

Entonces mamá llegó nuevamente, le dio un abrazo y le dijo que su padre ya sabía todo. La tomó de la mano y salieron a la sala, papá estaba viendo las noticias en tele… tan callado como siempre, pero parecía enojado, muy enojado. La niña retrocedió nuevamente.

Mamá tomó la palabra y dijo que debían ir a resolver el problema inmediatamente. ¿Qué quería decir eso? la niña no comprendía. Papá aún está en silencio.

-       Tenemos que ir a hablar de esto con la señora Gilda y su esposo- dijo la madre- tenemos que aclararlo de una vez.
-       Yo no quiero ir, me quiero quedar aquí en mi casa- echó a llorar la niña ante el silencio estoico del padre.

La madre se había quedado sola. La niña pasó ante la mirada de su padre sin que este se inmutara, pues él no estaba de acuerdo con que fueran a “ocasionar problemas con sus parientes”.

Que dolor tan grande. Que pena sintió la niña por su madre. Que pena sintió por ella misma, pues se sintió sola realmente. Se arrepintió por no haber usado el pequeño cuchillo en su pequeño cuerpo como ciertas veces escuchó en algunas noticias.

No pudieron mudarse, no lo decidieron. Se quedaron ahí. La niña del sol estaba gris. Y no le quedó más que continuar con el peligro de ya no llegar a ser la persona que se merecía ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario