21 junio 2013

Mr.Destiny (5)

>El hombre del mundo<

Él vivía en la sombra del Sr. Destino. Era un hombre común y corriente, era un hombre del mundo, sin más ni menos. Era un hombre amado por una mujer, una que ingresó al laberinto sosteniendo el extremo de un hilo rojo en la mano, su  guía, y pronto muy pronto decidió soltarlo. Lo soltó por cuenta propia con sus propios dedos y absurdos pensamientos. Mientras él, allá afuera, se aferraba al otro extremo...

Era inevitable. Ella quería conocer al Sr. Destino, quería recriminarle cosas pasadas, cosas sin sentido que habían ocurrido en su vida. Quería que el mismo destino, el cual ella creía era un dios, le dijera cuál era la razón de todos esos sucesos; pues hasta ahora no lo comprendía.

Él significaba el mundo, la inercia del mundo... él completaba el equilibrio de una vida normal. Él representaba también al peor enemigo de su misión, pues la jalaba de vuelta a la realidad, a la balanza bien distribuida. Él era un buen hombre, por eso era el peor enemigo. Ese a quien no se le puede hacer daño. No quieres.

No la comprendía, esa obsesión de no aceptar que algunos tiempos no tienen el mínimo de sentido, simplemente pasan y ya. No todo tiene una razón de ser y ocurrir. La sra. Suerte se lo dijo: "me siento tranquila porque nadie me persigue, y aunque no se oiga muy a menudo la casualidad es en realidad el aire que respiramos" Incrédula cogió su copa medio llena de vino y miró hacia otro lado aquella vez en aquel viaje inducido.

Aquel momento en que ella le expuso sus planes de la manera más natural, él no reaccionó de inmediato. Era difícil asimilar tal demencia como un simple plan de próximo año. Pero extrañamente no dudaba de su amor, sí de su mente. Poco a poco, día a día trataba de sobrellevar el hecho; era de los tipos que con salir al mundo cada mañana se hace fuerte. La gente alrededor haría un buen trabajo, la inercia lo distraería una y otra vez. Prevenir aquellos momentos de soledad, no andar pensativo mucho rato al día, eso sí era peligroso.

Había pasado ya un mes. Se levantó a trabajar, cogió sus llaves frente al espejo y entonces un microsegundo viendo sus propios ojos le hizo sentir una tristeza tremenda. Pasó la saliva y su mano parecía querer escapar de aquel cuerpo, abrió la puerta y la luz del día lo jaló al mundo. Salió a la avenida y sus pies pisaban fuerte y con aquel ritmo monótono, como suele hacerlo un hombre del mundo...

1 comentario:

  1. simplemente... refuerzas lo dixo... no hay mejor momento para escribir ke en el momento en que uno se encuentra apasionado...

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